52 euros de fortuna

13 julio 2017 0 Comentarios

Fría mañana en Barcelona, vengo de visitar a un cliente y estoy llegando a la oficina. Un poco más adelante, a mi izquierda, hay un hombre de pie, pidiendo en la calle. Lo observo mientras me acerco, nadie le hace caso, ni siquiera lo miran, es como si no existiese. Busco en mi monedero algo para ayudarle, al llegar a su altura me detengo y le doy 2€. Mientras miro en sus profundos ojos, le voy preguntando de done viene, si tiene familia, a que se dedicaba en su país, como se vino tan lejos, que le sucedió, … una dura historia de vida.

Estos cinco minutos de conectar con su mirada, escuchar su voz y ver como sus ojos se humedecen por la tristeza interior que trae, me han llegado al alma. Me despido deseándole suerte y me alejo compungido. Ando lentamente, su situación me hace de espejo sobre mi propia realidad, y me siento el hombre más afortunado del mundo, por tener un techo donde dormir caliente, por tener un trabajo con el que disfruto y con el que me gano la vida, por llevar una vida tranquila.

Mi mente y mi corazón siguen agitados ¿esto es todo lo que puedo hacer? ¿porque no comparto un poco de mi fortuna? ¿Cómo puedo ayudarle? Antes de llegar a la entrada de la oficina, decido pasarme por el cajero de al lado para retirar 50€. Desando mis pasos para acercarme de nuevo a Estanislao y le entrego dos regalos, el dinero y un naipe, la jota de corazones que siempre llevo conmigo. “Encontré esta carta en el suelo hace dos años, ella me trajo suerte durante todo este tiempo, te la regalo para que ahora te acompañe a ti”.

Nunca vi a nadie tan agradecido por tan poco, pero no era por los 52€, era por el naipe. Con los ojos húmedos me lo agradece una y otra vez mientras mira y remira la figura con admiración. Espero que le haya servido igual de bien que a mí.

En las empresas nos empeñamos en “comprar” a nuestros empleados con dinero creando mercenarios, olvidándonos de la cercanía, la humanidad y las palabras de corazón. Todos trabajamos para ganarnos la vida, y hemos de pagar correctamente (las empresas son hoy el medio más importante para repartir la riqueza y mantener el equilibrio social), pero eso no es incompatible con mirarlos también como personas. Un agradecimiento, una palabra amable, un reconocimiento, son mucho más poderosos que el dinero. ¿Cuándo empezamos a cambiar el mundo junt@s?

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